A lo largo de la historia ha habido aviones que se han hecho famosos. Desde los célebres Wright Flyer con los que, según algunos, en 1905 comenzó la actividad aeronáutica, hasta el más moderno de todos, el Airbus matriculado A7-ALA, primer A350 entregado a una línea, muchas aeronaves han sabido ganarse un lugar en la historia, las noticias o la mente de la gente.
Son ejemplos de esto el A320 N106US de US Airways que, junto con su comandante Sullenberger, saltó a la fama al protagonizar el espectacular y exitoso acuatizaje en el Río Hudson el 15 de enero de 2009; o el B747-200 de Aerolíneas Argentinas matriculado LV-MLO, y conocido en la comunidad aeroportuaria como «El MALO», célebre por el fantasma de la azafata que lo habita y cuya historia podés leer en este post de Floxie. Seguramente el más famoso de todos sea el Air Force One, el B747 presidencial de Estados Unidos, que no sólo sale en las películas de Hollywood, sino que además protagoniza una.
Sin tantos reflectores como el Air Force One, localmente también tenemos una celebridad surcando los cielos argentinos. Se trata del Airbus 320 que V hizo nacionalmente conocido en este post, que es para leer y releer. El Bravo Sierra Juliet pasó por Aeroparque y me agarró cámara en mano; por supuesto no iba a perder la oportunidad de rendirle homenaje con una bien merecida secuencia fotográfica.
Aquí, imponente, carreteando por calle de rodaje hacia la cabecera 13, con el sol reflejándose en sus alas.
Como es un respetuoso de la seguridad aérea y el que aterriza tiene prioridad, se queda a la espera en un costado de la cabecera.
«Dale flaco, que no tengo todo el día» le espeta al Aerolíneas que llega.
Nervioso ante la celebridad que le pone los puntos, el 737 acelera el paso y en el apuro flor de quilombo arma al tocar tierra.
Es un aterrizaje a dos tiempos, como los arqueros cuando les patean muy fuerte. Rebota contra el suelo y vuelve a pisar.
«No te digo yo? Ahora lo tengo a Frank pisándome los talones. Que me espere…»
Por más que haya cola atrás, el Juliet no se inmuta, y se acomoda tranquilamente en cabecera.
«Torre: Estoy en posición y solicito permiso para despegar»
«Permiso concedido Juliet. Buen vuelo y cuídese»
El Juliet toma carrera y comienza a recorrer la pista a todo lo que da.
Por supuesto no todos entienden de quién se trata. Nunca falta el que mira para cualquier lado…
Con motores a plena potencia, Juliet trepa hacia el cielo.
Y finalmente vira sobre el río y toma el rumbo hacia su destino.
Quién sabe a dónde habrá ido a predicar la religión del avión esta vez…