Como muchas otras ciudades, entre las que por supuesto podemos contar a nuestra Buenos Aires, Panamá da cuenta del paso de la historia y el tiempo por sus calles y construcciones. Aquí las zonas están bien delimitadas y la diferencia entre la ciudad de los rascacielos modernos y la ciudad de estilo colonial es tajante.
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Incluso podemos decir que va un paso más allá al conservar el sitio arqueológico Panamá Viejo con las ruinas de la ciudad original, que luego del incendio causado por el pirata Morgan se tuviera que mudar a lo que hoy se conoce como Casco Antiguo, donde se fundó la nueva Panamá en el año 1673.
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Lo interesante es que con el miedo que dejó semejante ataque, la nueva ciudad se levantó en un lugar mucho más seguro, hasta el cual no podían llegar buques sin ser detectados a tiempo, y además fue encerrada por un sistema de murallas para su mejor protección, y aún así tuvo tres grandes incendios que destruyeron gran parte de sus edificaciones.
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De la devastación causada por esos incendios surgieron varias de las plazas con las que cuenta el Casco Viejo, como ser por ejemplo la Plaza Bolivar donde en emplaza el monumento al prócer homónimo. Claro que la más importante es la Plaza Mayor, que nada tiene que ver con esos incendios y fue el centro de la ciudad re-fundada. Frente a ella se levanta la Catedral Metropolitana, de aspecto un tanto extraño para mi gusto, con sus dos torres blancas discrepando absolutamente de la nave central.
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La catedral no es la única iglesia que hay en Panamá, de hecho en el casco vas a cruzarte con varias, pero la más particular me parece que es la Iglesia de la Merced, que se encuentra a apenas un par de cuadras de la Plaza Mayor.
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Esta iglesia fue construida en 1680… Sí, leíste bien, 1680, varios años antes del saqueo de la ciudad que obligara a su mudanza. Fue construida tal cual la ves pero a varios kilómetros de distancia de donde la encontrás hoy, y fue trasladada hasta este punto piedra por piedra, por lo cual conserva su fachada original, tal como era en el viejo Panamá.
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Dos de los lugares que no podés dejar de visitar en tu pasada por el Casco Antiguo son el Paseo de las Bóvedas y la Plaza Francia. Al primero llegás fácilmente caminando por detrás de la catedral por la Av. Central hasta encontrarte con el comienzo del paseo peatonal. El Paseo de la Bóvedas es un enorme mirador desde donde podés contemplar el océano, ideal para las parejas de enamorados, según me comentó un lugareño. Allí los artesanos te ofrecen chucherías de todo tipo, que según sus propios dichos, lo único que tienen de China es el precio. ¡Así que a no dejarse estafar por quienes venden baratijas orientales!
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Desde el mirador también se puede apreciar el Cerro Ancón, el más alto de Panamá con sus casi 200 metros de altura, y al lado del cual se levantó la nueva ciudad amurallada. El cerro es un pedazo de historia viva. En él se encuentra la cantera que proveyera parte del material necesario para la construcción del Canal de Panamá, pero lo más fascinante a mi parecer, es el bunker subterráneo desde el que operaba el Comando Sur de las fuerzas armadas norteamericanas. Construido en 1942 ante la amenaza de que Japón atacara el canal, «The Tunnel» fue diseñado para soportar bombardeo nuclear y para poder estar aislado por tres años autoabasteciéndose de energía eléctrica y agua potable. El cerro puede visitarse y se hacen caminatas en él, aunque no encontré en ningún lado la posibilidad de visitar estas viejas instalaciones.
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Siguiendo por el mirador un poco más allá, bajando las escaleras, encontrás la Plaza Francia llena de colores y rodeada de barcitos bien puestos y algún que otro negocio de venta de artesanías en hierro. Su cantero central es aprovechado para sesiones de fotos de novias y hasta modelos ( o eso me pareció a mí).
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Plaza Francia es un lugar agradable por demás. Construida en 1922 como homenaje a los franceses pioneros del Canal de Panamá, está coronada por un obelisco con un gallo que simboliza a la patria francesa, y por los bustos de los ingenieros a cargo de la construcción del Canal.
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El Casco Antiguo es un excelente lugar para ir a pasar la tarde caminando por sus calles, algunas de las cuales son originales, y otras son restauradas con baldosas modernas pero manteniendo la estética de la época colonial. Al caer el sol nada mejor que unos tragos en alguno de los numerosos bares que hay en esta zona, o incluso, una buena cena. Cualquiera de los dos, si es con vista a la bahía, mucho mejor.
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Y si tenés ganas de caminar, no hace falta que te tomes el colectivo o un taxi hasta el centro de la ciudad. De noche la Cinta Costera, que nace en el Casco Antiguo, invita a caminar relajadamente y disfrutar de la gente que aprovecha la tregua que brindan el sol y el calor, y sale a correr o andar en bicicleta. Claro que el tramo es largo, pero vale la pena porque vas a poder parar y darte vuelta para sacar esta foto, y así notar que el Casco no solo es pintoresco de día, sino que las luces por la noche también lo vuelven digno de una visita.
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